2022-06-03
El sistema alimentario está fuerte y complejamente interrelacionado con la salud y el medio ambiente. La salud de las poblaciones está viéndose comprometida por el aumento de la temperatura global y la destrucción del mundo natural, situación sobre la que los profesionales de la salud han advertido durante décadas.
Indiscutiblemente el impacto medioambiental del sector agroalimentario se está incrementado notablemente. Según el centro de investigación de la Comisión Europea, la huella del consumo es superior a la de otros sectores, como el de la automoción, no sólo con un aumento sobre las emisiones con efectos sobre el cambio climático, sino también con impactos sobre otros indicadores en los usos del agua o en los efectos tóxicos sobre la población.
El consumo y la producción de alimentos, como uno de los objetivos de desarrollo sostenible, dependen del uso no destructivo del medio ambiente y de sus recursos. La calidad de los nutrientes de los cultivos y la accesibilidad a todo tipo de alimentos y al agua potable están comprometidas por el cambio climático y, tanto sus impactos directos como los indirectos, repercuten en mayor medida en las poblaciones socialmente desfavorecidas que carecen de los medios para protegerse contra los efectos negativos del daño ambiental.
Los roles y responsabilidades de género hacen especialmente vulnerables a las mujeres a los distintos problemas que se derivan del cambio climático. Concretamente, es importante entender la manera en que las normas y los roles de género interactúan con otros determinantes para aumentar la carga de la desigualdad que afrontan mujeres y niñas.
Los estudios con perspectiva de género sobre cambio climático observan tanto los efectos sobre la salud como los efectos sociales. La perspectiva de género es fundamental para el abordaje de los grandes retos globales clave, como el cambio climático y la seguridad alimentaria y nutricional.
La investigación empírica señala que las mujeres están más predispuestas a la protección medioambiental. Los estudios sobre el cambio climático con perspectiva de género realizados en la primera y segunda década de este siglo indican que las mujeres son más sensibles al riesgo y están más concienciadas ante las consecuencias para la salud de sus posibles efectos sociales.
El afrontamiento de la crisis climática con perspectiva de género en el campo de la alimentación está siendo diverso y muchos resultados han sido documentados y valorados de forma positiva, con capacitaciones de mujeres en la producción, gestión y consumo de alimentos y agua, diversificación de los alimentos, conservación de la biodiversidad y fomento de las culturas locales, con numerosos ejemplos de buenas prácticas en las políticas de adaptación al cambio, la reducción de los efectos adversos y la equidad social.
Por tanto, las mujeres tienen un tremendo potencial para contribuir a la adaptación y a la mitigación del cambio climático y a proporcionar sistemas alimentarios sostenibles. Mejorar el liderazgo y la toma de decisiones de las mujeres, cumplir y fortalecer el marco normativo en género, mejorar el apoyo financiero y generar evidencia científica sobre género y sistemas alimentarios ayudarán, sin duda, a frenar el cambio climático, convertirlo en una prioridad al más alto nivel político y a proporcionar una mayor equidad en salud.
https://news.un.org/es/story/2020/06/1475742